DULCE DE ZAPALLO
Se desplomó el gran salón de sándalo
y se hizo fuego el palacio dorado;
las resinas se hicieron llamaradas,
el humo exhaló raros perfumes
y al fin se abrió el espejo candente,
el teatro regio de las brazas.
Se trizaron los dólmenes de piedra negra,
y hasta rostros de cenizas se esfumaron;
solo queda esta exigua estrella titilando
en el fogón donde hirvió la pava del té
y se hizo este dulce de zapallo.
Omar Serra Forner
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