viernes, 25 de abril de 2014

.GENERACIÓN DESCARTABLE - (Segunda Parte)

Capítulo 2
LOS CHICOS PERDIDOS



Un jour on tuera tous les miroirs, et alors on verra. - Julio Cortazar

Pasé unos días en casa  durmiendo y alimentándome bien y una noche
vino Pipo y entonces me contó que Junco había muerto. Hacía meses que se habían separado y no sabía muy bien cómo había sido... no estaba muy claro, parece que estaba borracha, alguien le había prestado un auto, iba manejando por la ruta en Capilla del Monte y se estrelló contra un árbol... pero él ya no
estaba triste ahora, esa había sido la modalidad de ella de irse, de dejarnos,
así, violenta, impetuosamente como había vivido. ¿Había sido un accidente o una determinación? Ese misterio que nunca llegaríamos a conocer también había sido parte de su modalidad. Habiendo creado un universo misterioso se iba de acuerdo a las leyes de su propio juego. Pero para mi no se había suicidado, si lo hubiese elegido se habría desbarrancado, pero nunca impactando contra un árbol…
 Escuchamos música y cada cosa nos traía el recuerdo de Junco. Pipo me traducía la letra de “Ella se vá de casa”, el formidable tema de los Beatles. 



Oímos también el tema de los Jefferson que nos gustaba tanto: “Comin´ Back to Me”, y nos quedamos conversando hasta muy tarde. Yo le contaba de mi viaje a Brasil; él había traído sus marcadores de colores y nos
pusimos a dibujar. En un sobre de carta dibujó una mano con un ojo en la palma y un rayo cayendo. Alrededor escribió con diferentes colores “Los Chicos Perdidos” y después, en una hoja de cuaderno escribió:


“Please dont dismise my case. When that steamboat wistle blows I´m  gonna give you all I got to give, and I hope you receive it well, defending on the way you feel that you live.
Anyone can fill his life with things he can see but just can´t touch.
Please hear these words that speak dear laulord.”
Traduzco por aproximación ya
que hay palabras que no encuentro en ningún diccionario:
Por favor no ignores mi caso.
Cuando suene la sirena de este barco  voy a darte todo lo que yo puedo dar, y espero que lo recibas bien, defendiendo lo que sientas que está vivo.
 Nadie puede llenar su vida con cosas que
puede ver, pero que no puede tocar.
 Por favor oye estas palabras querido señor.”




Mas tarde conseguí que agarrase la viola y que hiciese algo de música. Improvisó un tema donde había que “girar y girar dando vueltas y vueltas en el viento”...
Y cuando dejamos de cantar en medio de la noche el profundo silencio que siguió al canto nos provocó una risa infantil incontenible. Así que tomamos los marcadores de colores y sin parar de reír dibujamos una espiral infinita, interminable sobre la pared, una espiral que iba avanzando y girando por toda la habitación, estrechándose y ensanchándose y cambiando de colores, subiendo y bajando y avanzando, siempre avanzando y desenvolviéndose a través de movimientos circulares. Pintamos la pared hasta que se gastaron todos los marcadores.
Entonces súbitamente se me ocurrió que era el momento oportuno para hacer una mancia. Tomé el libro de Borges de Los Seres Imaginarios y abriendo sus páginas al azar dejé caer mi dedo y leí donde señalaba:
 “…después irán  despertando las demás formas.”
Tuve que leer el párrafo entero para comprender el significado de la frase:
“En el tiempo del Legendario Emperador Amarillo el mundo de los espejos y el mundo de los hombres no estaban como ahora incomunicados. Eran además, muy diversos; no coincidían ni los seres ni los colores, ni las formas. Ambos reinos, el especular y el humano, vivían en paz, se entraba y se salía por los espejos. Una noche, la gente del espejo invadió la tierra. Su fuerza era grande, pero al cabo de sangrientas batallas las artes mágicas del Emperador Amarillo prevalecieron. Este rechazó a los invasores, los encarceló en los espejos y les impuso la tarea de repetir, como en una especie de sueño, todos los actos de los hombres. Los privó de su fuerza y de su figura y los redujo a meros reflejos serviles. Un día sin embargo, sacudirán ese letargo mágico. El primero en despertar será el Pez. En el fondo del espejo percibiremos una línea muy tenue y el color de esa línea será un color no parecido a ningún otro. Después irán despertando  las otras formas. Gradualmente diferirán de
nosotros, gradualmente no nos imitarán. Romperán las barreras de vidrio o de
metal y esta vez no serán vencidas. Junto a las criaturas de los espejos
combatirán las criaturas del agua.
 En el Yunnan no se habla del Pez sino del "Tigre del espejo". Otros entienden que antes de la invasión oiremos desde el fondo de los espejos el rumor de las armas.”
“Después irán despertando las demás formas.”
Nos dormimos al amanecer.
Poco después desperté a media mañana. Algo milagroso me había arrancado de lo profundo del sueño. Me incorporé sobre la cama y miré a Pipo junto a mí. Dormía profundamente boca arriba. La habitación estaba completamente en penumbras porque habíamos cerrado todas las ventanas para poder dormir, pero por alguna rendija se filtraba en la cámara oscura un fino, hermoso y polvoriento rayo de sol. Y ese rayo luminoso caía justo en la palma de la mano entreabierta de Pipo dormido. Lo contemplé admirado y tuve de pronto una fugaz inversión de sentidos: me pareció que en realidad el rayo de luz brotaba de la palma de la mano de Pipo, lograba salir por algún intersticio de la ventana cerrada y materializarse a millares de kilómetros más allá, en la esfera incandescente del sol de nuestro sistema planetario. Me sacudió una fuerte sensación de magismo revelado...revelador. Y permanecí así largo tiempo recordando la música de la noche anterior. Recordando cómo él mismo había dibujado todo eso: una mano abierta con un ojo en la palma de donde surge un rayo luminoso... Los Chicos Perdidos...Y cuando luego de un tiempo que me pareció eterno, la luz del sol bajó de su mano y empezó a desplazarse sobre las mantas, sonreí al recuperar el sentido habitual de todas las cosas y recién entonces volví a sumergirme en el sueño.
Pasamos el resto del día leyendo y charlando.
Mis viejos no hacían historia cuando venía Pipo. Les caía simpático y lo estimaban, entonces podíamos estar tranquilos. Por la noche Pipo me dijo que había un recital de Tanguito en una sala cerca de Congreso. Me vestí especialmente para la ocasión: un pantalón de corderoy grueso color marrón, una camisa amarilla con cuello Mao y mis zapatitos  estilo Muriel. Toda una ropa muy hermosa que había traído de Brasil. Los zapatos habían sido un verdadero hallazgo. Eran como esos zapatitos tan bonitos y tontos
que usan las niñas en edad escolar: negros y de punta redonda con una
presilla cruzando por encima del empeine para abrocharse en un botoncito redondo como un ojo de pájaro. Los había encontrado en una mesa de saldos, muy baratos, y no pude resistir el llevarlos conmigo. Recordaba que Muriel, la protagonista del film under del nuevo cine americano “David y Lisa” usaba unos zapatos iguales. Era la historia de una adolescente esquizofrénica en una clínica psiquiátrica que cuando transitaba la personalidad de la encantadora Muriel no podía evitar el hablar en versos rimando exquisitamente las palabras. Y justamente se enamoraba de un chico paciente también de la clínica que sufría el mismo delirio del Licenciado Vidriera: se creía de cristal y no soportaba que nadie lo tocase porque temía romperse.. En una escena magistral ella lo persigue lentamente tratando de tocarlo con la punta del dedo…
 Terminé de vestirme y me maquillé frente al espejo de mi habitación tal como me había acostumbrado  a hacerlo en Río de Janeiro… Un maquillaje
ligero: un poco de sombra sobre los párpados, labios lívidos y una fina línea
azul bajo los ojos. Me envolví en mi capa de paño azul símil Oscar Wilde y
salimos a la fresca noche otoñal… a tomar no una carroza sino un simple colectivo.
- Parecés una puta cara. –me dijo Pipo suavemente al oído, muy divertido. – ¡Todo el mundo te mira!
Y era cierto que llamaba mucho la atención, no pasaba inadvertido como cuando me paseaba por Ipanema. Me sentía otra vez perseguido y acosado. Le explicaba a Pipo que en Río yo salía a pasear así todas las noches con collares y anillos y que a nadie le llamaba mayormente la atención. Pero cuando llegamos a Congreso y nos mezclamos entre la gente del centro noté que pasaba un poco mas desapercibido, porque Buenos Aires, la Gran Aldea
ya tenía pretensiones de internacionalidad.
Entre la gente que esperaba en la puerta de la sala Pipo se encontró con Cristina su gran amor en esa época. Se estrecharon en un fuerte abrazo y Pipo le dijo:
- Mi amor, qué bueno que viniste, quiero hacerte el amor… ya me estaba por coger a Omar con lo lindo que se vino de Brasil… después del recitar nos vamos al Dixon.
Cristina me miraba divertida viendo como yo me ponía de todos colores.
El primer recital de Tanguito fue en una sala chica de Avenida Callao cerca del Congreso y estaba repleta de gente. Entre sus numerosos amigos estaba todo el mundo. Unas pocas luces de colores caían sobre el escenario y ahí en el medio estaba Tango sentado con su guitarra haciendo “Natural”.  Estaba hermosísimo
con sus botitas beat negras, pantalones jeans negros y campera negra rocker,
como siempre. Hizo todos sus temas durante un par de horas largas con una
increíble serenidad. Y en algún momento antes del final hizo mi tema preferido, “Un Día en la Vida” de los Beatles, el tema de composición casi sinfónica que tanto había impactado a los roqueros de Buenos Aires. Y lo hizo en castellano, en una traducción propia que resultó perfecta.




Después del recital nos fuimos todos caminando a bailar a un boliche de Avenida Rivadavia. El flaco Spineta estaba entre la gente junto a Tanguito. En algún momento vi que Rennée hablaba con el flaco y hasta me parece que estuvieron bailando juntos en la pista. Pero tal vez sea una extraña figura aleatoria, ya que a esa altura de la noche yo ya me había tomado toda la ginebra y todas las pastillas y me había encontrado con Elisa la amante triangular de Leo que había conocido en Río.
 Me sentía feliz de haber vuelto, y me parecía comprender recién ahora la causa
real de mi regreso a Baires: este era el único lugar del mundo donde estaban
todos mis amigos. Pero me engañaba porque aún ignoraba que uno puede llevar a todos sus amigos consigo a cualquier lugar a donde vaya. Pero esto solo llegaría a saberlo algún tiempo después. Hasta entonces me hubiese resultado imposible pensar que todos mis amigos debían estar ahí solo porque yo había tenido que regresar.
Me fui con Elisa a la pensión donde vivía pero yo me había tomado todo y excepto un desenfrenado delirio cualquier otra cosa resultó imposible.

                                                        


                                                          *

Días después encontré a Juanito paseando por Florida frente al Di Tella. Estaba muy hermoso y nos regocijamos del encuentro. Nos habíamos separado en Rio y cuando llegué a Buenos Aires y lo busqué en su departamento de la calle Moreno, él y todo su mundo de efebos ya no estaban allí.
-        Qué bueno que te encuentro, Omar. ¡Tenía tantas ganas de verte! Tengo que contarte algo maravilloso: ¡La semana próxima me voy a París! ¿No te parece formidable? Ahora te capturo, te quedás conmigo y no te separás de mí hasta el final. Creí que nunca más volvería a encontrarte. Mi libro todavía no se edita. Galerna dá miles de vueltas, pero ya va a salir, no te quepan dudas. Estuve corrigiendo las pruebas y mientras tanto ¿sabés qué hice? Yo había reunido una pequeña colección de obras de pintores argentinos amigos míos. Todos los mas grandes maestros… A cada pintor amigo le pedía un cuadrito y así llegué a tener Soldi,
Gambarte, Grela, Perez Celli, Spilimbergo, Forte y muchos otros más. Bueno, un buen día me impacienté y me dije:¿Qué estoy haciendo aquí, en esta pálida Buenos Aires?... ¡Yo me voy a París! ...Así que programé una vernisage en donde expuse las pinturas y logré venderlas casi todas. Eran obras maestras, imaginate. Pero además, entre todo el paquete, logré pasar un par de prodigiosas falsificaciones de una amiga mía que hace unos Spilimbergos mejor que los auténticos. Esto que no trascienda, es top secret, ya la vas a conocer, te llevaré a su estudio, es la Elmyr de Hory argentina. A todo esto reuní el dinero para el viaje y mucho más. Tengo amigos allá, contactos, direcciones. Hasta hay posibilidades de trabajo. Primero voy a Madrid por unos días para
echar un vistazo por El Prado y después: ¡Oh la la…¡París!... c´est la vie...! ¿Te imaginás a la Pequeña Lulú, la niña pobre en pleno París?
Acompañame, estoy en un hotelito aquí a la vuelta. Te mostraré mi equipaje. Llevo arrros de orrro y perrrlas… y por si fuera poco auténticas Dddiadddemas de Dddiamantes…
Nos alejamos de Florida y doblamos hacia el bajo y mientras tanto Juanito exultante no dejaba de decirme:
-        Te voy a escribir las cartas mas apasionadas. Pero me vas a contestar. ¡Va a ser tan divertido! Y cuando se edite mi libro y yo sea muy rico y famoso vas a venir a visitarme, ¿verdad?, a mi casa… en París…
  


                                              *